Él era hijo de gitanos, pero...
no hijo de su padre.
Todos lo sabían,
demasiados susurros
se escuchaban siempre,
Él se hizo mayor y
su odio aumentó.
Y ella, con sus ojos
que rompían olas y
su piel de porcelana pálida;
le hicieron pensar sobre
la fuerza de la sangre.
Y ahora me toca a mí reflexionar sobre la fuerza de la sangre y la razón que llevas.
ResponderEliminarDIOS, DIOS, DIOS Y DIOS.
EliminarEres la primera persona que me deja un comentario en una entrada de todos los blogs que he hecho y te lo agradezco mucho *^*.
Y bueno soy un poquito cotilla y he buscado si tenías algún blog y he acabado mordiéndome las uñas mientras leía unos 3 entradas más recientes. Me encantan tu forma de expresarte.
También quería preguntar si querías saber la historia que tiene este poema y cómo has encontrado mi blog.
PEACE AND LOVE.